Ağustos 6, 2024

Maniatada y vendada en las garras de David

ile admin

Maniatada y vendada en las garras de David
Recibí un mensaje de David, uno de los socios jóvenes del estudio, diciendo que lo esperara en la esquina de la plaza.
El chico ya me había cogido una vez y bastante bien. Entonces aproveché la oportunidad de que mi adorado maridito estaba fuera de la ciudad visitando a sus padres y decidí ver qué más me podía ofrecer ese nuevo amante. Llegué puntual, vistiendo una calza negra ajustada y una remera corta que apenas me tapaba la cola.
Su auto de alta gama pronto se asomó por la esquina.
Apenas subí, me tendió un pañuelo de seda negra para que cubriera mis ojos. Le obedecí sin decir palabra.
Me relajé y él condujo por un breve rato. Cuando el auto se detuvo, me ayudó a bajar. Me hizo caminar hasta un ascensor y subimos.
Entramos por una puerta y me dijo que ese era su departamento.
Admitió que su mujer desconocía la existencia de semejante lugar y ella ahora pensaba que él estaba en viaje de negocios. Eso solo significaba que su intención era cogerme todo el fin de semana.
Me tomó las manos y las ató con una cuerda a mis espaldas.
Me reclinó sobre un sillón y deslizó mi calza negra hasta el suelo. Mi concha quedó expuesta; sentí la cabeza de su dura pija rozar mi vulva, se alineó y empujó; mientras entraba sentía cómo chorreaba mi concha.
De repente gemí y un agudo grito de placer escapó de mis labios.
Me penetró con cierta violencia; me sentí totalmente indefensa, a su completa merced. Empujó con fuerza; cada embestida movía el sillón del suelo. Continuó bombeándome así por un buen rato.
Se detuvo y me sacó su verga de mi concha. De repente reconocí el zumbido de un vibrador. Le pedí que me quitara la venda, pero no hizo caso. Me hundió el vibrador y las piernas se me aflojaron. Sentía una corriente que arrancaba en mi vulva y recorría todo mi cuerpo hasta la nuca. Sentí el frío del gel lubricante sobre mi estrecha entrada anal. Enseguida apoyó su glande y de a poco quiso entrar en mi ano. Lo dejé; mientras sentía sus intentos…
Metió solo la cabeza y se detuvo. Luego insistió y con la ayuda del lubricante fue entrando muy despacio.
Traté de relajarme y sentí el calor dentro de mi culo. Sentí esa gruesa pija que se ensanchaba dentro de mi ano y me provocaba un intenso pero placentero ardor…
Volvió a penetrarme la concha con el consolador y no pasó mucho tiempo para que un intenso orgasmo recorriera mi cuerpo…
Apreté mi ano y sentí su respiración pesada sobre mi pecho.
Despacio la fue metiendo y sacando. Me parecía que no iba a acabar nunca, cuando de repente me invadió un calor interno.
Sentí un alivio, ya que el semen sirvió como lubricación.
Soltó un gemido profundo y siguió eyaculando dentro de mi ano.. Finalmente me la sacó. Me lamió los pezones hasta dejármelos bien duros; luego me quitó la venda.
Después de una ducha relajante, permanecimos desnudos.
Me confesó que el departamento lo compartía con un amigo.
Allí de vez en cuando, cada cual traía amigas o una secretaria.
Un rato más tarde me llevó otra vez a la cama. Me ató las manos y los pies; apagó las luces y me cubrió los ojos.
Me acarició todo el cuerpo; se detuvo en mis tetas; chupándome los pezones con mucha energía. Me gustó; estaba muy excitada.
Pero algo estaba mal; fuera de lugar. Entonces sentí que me tocaban desde ambos lados de la cama.
Unos labios me comieron la boca en un beso profundo; pero entonces una lengua se deslizó sobre mi clítoris inflamado.
Después de mi queja surgió un gemido apagado. Había alguien más presente en esa habitación… y era otro hombre.

Sentí la penetración con dureza; no me podía oponer a eso. Me cogió cada vez con más ímpetu; mientras otras manos apretaban mis tetas y me daban placer.
El ritmo aumentó hasta el límite de mi locura; su respiración era cada vez más entrecortada. Yo sabía que estaba por acabar, podía escuchar sus jadeos junto a mi oído.
Empujó más a fondo y por fin sentí el semen caliente invadiendo mi concha. Ya no pude reprimir más mis gemidos de gata en celo…
A pesar de haber acabado seguía embistiendo con su verga; llamándome una puta insaciable. Acabó por segunda vez consecutiva y recién entonces se salió de mi concha.
Enseguida sentí que ocupaban su lugar y me penetraban otra vez. Esta fue una cogida infernal; sus embestidas eran brutales y pronto su cuerpo se tensó sobre el mío y otra tremenda descarga de semen volvió a llenar mi vientre…
Después de permitirme otra ducha caliente, David me presentó a su amigo. Era un tipo apuesto que frisaba los cuarenta; tenía una verga bastante grande; más larga y gruesa que la de mi marido…
Cuando amaneció, agarré las dos vergas que descansaban a cada lado de mi cuerpo desnudo y comencé a masturbarlos a ambos.
Se despertaron por la forma en que los estaba pajeando.
Después de un rato de chupar esas dos vergas y finalmente hice que acabaran el uno contra el otro…
A media mañana me vestí y, sin despertarlos, me fui a mi casa.
Cuando estaba llegando, sonó mi celular.
Era mi adorado esposo, preguntándome cómo estaba. Le dije que me encontraba muy relajada y esperando ansiosamente su vuelta a casa cuanto antes.
Me dijo que por suerte su viaje se había adelantado y estaría de regreso esa misma noche.
Entonces comencé a pensar excusas para convencer a Víctor de proponerle sexo anal cuando llegara; ya que, de otra manera, iba a descubrir la tremenda dilatación de mi dolorida vagina…